Pensando un día cualquiera, de siempre se podría decir, el evadirme de la gente, de los mismos sonidos y costumbres, repugnancia a lo que se llama sociedad, haciendo así mis palabras crueles, para aquellos a los que no me apetece escuchar.
¿Contestar mal o fingir amabilidad?
Pero, a veces, es mejor callar y esperar que sea la vida la que te haga divisar tu propia realidad.
Y así te va... Día tras otro, oprimirse bajo lo que te rodea, maldita realidad.
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